Pocas cosas son tan importantes para un hombre como sus certezas. También, debe decirse, son pocas las certezas que caben en la valija que uno arrastra toda su vida. Podría decirse que somos nuestras certezas y vamos por la vida con ellas tratando de responder preguntas.
El 27 de octubre millones, sí, millones, encontramos una certeza; éramos peronistas, socialistas, progresistas, radicales, comunistas, independientes y hasta -si se quiere- desconfiados y renuentes. Ahora somos Kichneristas. Parte del campo nacional y popular, pero marcados a fuego por el movimiento que en siete años transformó nuestras vidas, nuestra ideas, nuestras relaciones con el mundo y nuestro lugar en el mundo, profundamente enamorados de Néstor y su alegría de flaco cualquiera que nos hace sentir cada vez mas cercanos pese a la distancia inabarcable con su cuerpo que le quedó chico. Desde ahora y para siempre la sola evocación de su nombre será sufienciente para sublevar el subsuelo de la Patria cuando vengan los que se creen dueños de todo a disputarle la diginidad al Pueblo. Será grito de guerra, pero también de alegría. Será sinónimo de compromiso, militancia y entrega, será Gardel, será Perón, será Néstor... y nosotros, también desde ahora y para siempre, seremos Soldados del Pinguino
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