SOLDADOS DEL PINGUINO

SOLDADOS DEL PINGUINO

lunes, 1 de noviembre de 2010

soldado diego -mail-

este es un mail del soldado diego, enviado el 28/10

Dolor, Silencio, Lucha.


Era la mañana calida de un día que ya, en sí, era histórico. La pluma de la historia se aprontaba a escribir el censo más grande de la historia de una nación que sigue navegando en busca de su destino glorioso, prometido, y guardaba en su tintero la gota más dolorosa.
El rostro compungido, desorbitado de un amigo y compañero se acercaba. Él trasmitió una frase que, al momento, soñamos fuera ilusoria.
—Néstor se murió —dijo— ¿Cómo seguimos?
La directora del INDEC, en cadena nacional y con mandato presidencial marcó el camino. “El censo sigue, a hacer el mejor censo de la historia”, fue la orden. Los soldados, con nuestras armas-planillas, salimos a recorrer las calles para seguir marcando el curso de la historia.
Horas muchas, ya sin el reloj en nuestras cabezas, nos marcaron entre pocas sonrisas, muchos abrazos y eternos silencios, la lucha que tenemos por delante. Una casa en un pasillo, un vecino y un vaso de  agua, una maestra y un alfajorcito de maicena, intentaban esa contención que ante momentos de semejante vacío nunca termina de alcanzar. Porque la muerte, siempre —y más cuando es repentina— asalta el alma y la deja pedaleando en el aire. Es el costo de vivir de con los pies en la tierra, con el alma en el pueblo y con las convicciones firmes. Es el costo que se paga todo junto.
El lugar de encuentro lo sabíamos, lo sentíamos: era la plaza del pueblo, de las madres y abuelas, de las grandes gestas históricas, de los encuentros populares más victoriosos y también dolorosos. Hacía allá fuimos los argentinos, los soldados del pingüino, a rendirle homenaje al presidente más importante de nuestra historia reciente y, quizás —la diosa historia dirá—, de nuestra memoria colectiva. Allí millares de rostros con dolor a cuesta se abrazaban, se contenían, se secaban los mares de lágrimas que, se sabe,  durarán un tiempo.
Los cánticos, los bombos, el humo del asado no podía faltar al duelo popular: manera de canalizar una energía que no sabía para donde disparar. El dolor sobrevolaba el ambiente, la alegría que Néstor nos dejó también. La otra cara de la moneda se hacía presente, la sangre de los traidores también se reclamaba.
La vida sigue, la política también. El camino él lo ilumina, la lucha no cesará. Fue ejemplo de firmeza, la hora de los tibios se está acabando. El ejemplo de luchador, guerrero, soldado y general se marca a fuego en la sangre de aquellos que sentimos, pensamos, sabemos que todavía no llegamos a destino, que la tormenta es fuerte, pero que nuestro valor y convicción es más grande que las mayores tempestades que Poseidón nos pueda deparar. Por los brazos que no se bajan, porque la fuerza se redobla, porque la angustia, el dolor y el silencio se trasmuta en mayor alegría, firmeza de grandeza y grito de intensa, extensa y eterna rebeldía:

GRACIAS NÉSTOR, FUERZA CRISTRINA.

LOS SOLDADOS DEL PINGÜINO

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